Al igual que las tecnologías antecesoras, el cine digital no permite afirmaciones esencialistas ni generalizaciones. En cambio, es un medio cuya caracterización es necesaria, pues una de sus principales implicaciones ha sido la maximización de las propiedades visuales y las impresiones perceptivas que permitieron reconocer y explicar teóricamente cómo es el cine y cuáles son sus medios de expresión. Como proceso cultural, el cine analógico y el cine digital representan un mismo medio con una misma funcionalidad. Sus sistemas formales y las dialécticas que aportan en el espacio, en el tiempo, en el plano y en el montaje son similares. Recurren a estructuras análogas y ocupan esquemas de producción ya existentes. En un nivel descriptivo inmediato que puede aportar el concepto de forma, sería posible afirmar que el cine digital representa la etapa tecnológica y cultural donde el cine ha logrado ser más próximo a la idea de lo cinematográfico en los términos planteados por los teóricos originarios.
En su aspecto tecnológico, el cine digital describe el uso de dispositivos de registro o de programas de cómputo que ejecutan un proceso de conversión de objetos existentes o inexistentes en datos determinados por patrones matemáticos. En lugar de transcribir a través de la exposición de una película a distintas intensidades de luz, la técnica digital convierte cosas materiales e inmateriales en objetos virtuales cuya base informática permite que den lugar a imágenes en alta definición (Holly Willis, 2008).
Aunque es evidente que la tecnología digital ha multiplicado las posibilidades de producción y edición de imágenes, también es relativamente explícito que aspectos como la gestión de la atención, la distorsión de la apariencia real de las cosas, la presencia de formas imprevistas, la posibilidad de hacer visibles los estados subjetivos, la viabilidad de recrear motivos imaginarios, la capacidad de manifestar visualmente el movimiento y la facilidad para crear y alterar la cualidad plástica de las imágenes son rasgos que se aproximan a los ideales sostenidos por las poéticas que acompañaban a las primeras teorías del cine.
Todas estas características fueron descritas y conceptualizadas en los trabajos analizados en esta investigación y evocan proposiciones generales que fueron confirmadas por el cine digital. La forma fílmica es un proceso constructivo de adaptación que procura alejarse del registro incluso cuando el objetivo es constatar y singularizar la realidad. Eso implica que el tipo de percepción resultante no es común. Este efecto sólo es posible con las visiones y visualidades que aporta el cine. Si la forma se explica coloquialmente como la teoría que ve al cine desde el cine, entonces el cine digital sería, también de manera muy elemental, aquel cine que es más cine. El cine digital sería el cine formativo por excelencia amén de que la forma es un concepto útil para caracterizar todo tipo de producciones […]
[…] La era digital encarna una etapa donde la cultura visual dispone del máximo acervo expresivo (principios, funciones, convenciones, motivos, temas) propio y ajeno al cine, al tiempo que de un acervo tecnológico (cámaras, programas, dispositivos de audio, filtros) que hace posible potenciar la mezcla de ambos repertorios. Si el cine analógico era esencialmente una forma híbrida que adecuó tanto acervos culturales como acervos tecnológicos, el cine digital es una y forma fusión cultural y tecnológica donde la mezcla cada vez es menos evidente en la apariencia de la imagen o, en su defecto, es intencionalmente obvia como consecuencia de una propuesta plástica que así lo exige. Es un cine de imágenes límite porque tiene tanto la capacidad de eliminar la distorsión casi por completo como de trastocar o anular el registro de realidad.
El cine analógico fue un proceso técnico y cultural que adaptó propiedades fotográficas, dramatúrgicas o pictóricas, por ejemplo, a las funciones y a las visualidades fílmicas, mientras que el cine digital consiguió fusionarlas hasta lograr un proceso ampliado de extrañamiento porque desautomatiza nuestra percepción de la realidad y nuestra idea de la apariencia del cine. El cine digital es un proceso de máxima mezcla cultural y técnica porque su cultura visual ha asimilado completamente su autonomía frente a otras formas expresivas y porque su base tecnológica permite integrar cualidades de todos esos medios en acciones o formas más complejas (Cine y forma, pp. 238-241)